domingo, 13 de diciembre de 2009

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

Antes de exponer la propuesta, lo primero que debemos advertir es que no habrá plan que pueda avanzar en la superación de la pobreza en Venezuela, si no hay una clara voluntad política orientada a enfrentar el problema, sin demagogia, ni populismo. De manera que el problema exige un claro sentido de responsabilidad al liderazgo nacional y especialmente a quienes ejercen el poder. En segundo lugar, exige igualmente un firme compromiso de todos los sectores de la sociedad: la pobreza es un problema de los trabajadores y de los que no tienen empleo pero también de los empresarios e inversionistas; es un problema de los líderes que generan opinión pero también de los medios de comunicación social, es un problema de quienes han perdido la fe y de quienes la proclaman desde la iglesia… En fin, elevar la calidad de vida de quienes tienen menos recursos y mas calamidades, es un reto de la sociedad.
Lo otro que es importante destacar es que se requiere replantear la orientación estratégica de las políticas públicas, así como intervenciones adecuadas en el ámbito institucional, algunas de estas consideraciones suponen la redefinición del rol del Estado en la sociedad. Como referencia de lo que hemos señalado tenemos, entre otros aspectos los siguientes:

1) Descentralización: Hay que revertir la asfixiante tendencia centralizadora y devolver competencias y recursos a las regiones y municipios. La descentralización es una conquista de la sociedad venezolana que precisamente aspiraba aproximar al ciudadano a la toma de decisiones e incrementar la capacidad de las comunidades organizadas para incidir en la formulación, ejecución, evaluación y seguimiento de las políticas y obras en el ámbito local. La abusiva centralización del poder en los últimos años constituye un retroceso y atenta contra el principio de la “democracia participativa y protagónica” consagrado en la Carta Magna. La predica del gobierno sobre el “Poder Popular” o la “Contraloría Social”, se convierte en un ejercicio de demagogia.

2) Control del gasto público: La ausencia de una Asamblea Nacional que efectivamente ejerza su función contralora, ha derivado en desorden, despilfarro y una inmensa corrupción que se ha devorado ingentes recursos que deberían estar destinados a atender la demanda social. Lo mismo podemos decir de la Contraloría y la Fiscalía General de la República. Ningún país podrá superar la pobreza mientras el Presidente pueda endeudar a la República discrecionalmente, atendiendo intereses caprichosos de orden político y personal. Será imposible, si quienes ejercen el poder pueden dilapidar a su antojo los dineros públicos en regalos a otros países, proselitismo político o sencillamente desviarlos a sus cuentas personales. Por ello, la elección de una nueva Asamblea Nacional tiene especial significación a los fines de propiciar un cambio en la orientación de las políticas públicas.

3) Reorientación de las inversiones: asociado al punto anterior, es necesario que la definición de políticas que atiendan la problemática social del país, pueda marcar la pauta en la formulación del presupuesto de la Nación. Para solo poner un ejemplo, podemos decir que –vista la situación actual- es insólito que se incremente escandalosamente el presupuesto en el sector militar y se reduzcan las inversiones en el área social, incluyendo los programas sociales o Misiones.

4) Fortalecer los órganos de Control Social: los puntos anteriores están referidos al fortalecimiento institucional del Estado, no del gobierno. Pero resulta también muy importante robustecer los mecanismos de organización y participación comunitaria: consejos comunales, asociaciones civiles, organizaciones deportivas o culturales, etc. Se trata de despolitizar la acción comunitaria y dotar a estas organizaciones de información y otros mecanismos para ejercer la Contraloría Social y participar efectivamente como protagonistas de la gestión pública. Mientras el partido de gobierno intente colonizar estos espacios –como lo hacían antes y lo hacen ahora- difícilmente tendrá la suficiente autonomía para contribuir efectivamente al logro de objetivos colectivos. Mientras el Estado mantenga su orientación populista y clientelar, será imposible que el “Poder Popular” pueda expresarse realmente.

5) Programas Sociales: Lo que ahora conocemos como Misiones pudieran ser un eficaz instrumento para atender la coyuntura, mientras las políticas sociales diseñadas para el mediano y largo plazo van ofreciendo soluciones definitivas a los problemas en cuestión. Sin embargo, la manipulación política ha sido uno de los rasgos presentes en la ejecución de tales programas. La próxima Asamblea Nacional deberá instrumentar mecanismos que garanticen el acceso a los beneficios que otorga el Estado para todos los ciudadanos que lo requieran, sin exclusiones políticas, sin exigir contraprestación o compromiso partidista alguno. Tales mecanismos deben además contribuir a la administración transparente de los recursos asignados pues bien sabido es que la corrupción es el otro rasgo que ha caracterizado estos programas durante los últimos tiempos. El mecanismo que proponemos debe tener carácter institucional e incluir no solo al parlamento, sino a otros sectores como la iglesia, ONG`s y por supuesto, a las propias comunidades organizadas.

Por lo antes expuesto, quisiéramos que el Plan Cero Pobreza no sea la iniciativa de una parcialidad política, sino un modesto aporte para el debate y la construcción de consensos en torno a uno de los más graves problemas que embargan a la sociedad venezolana. El Plan Cero Pobreza incluye tres propuestas legislativas y dos principios políticos rectores.

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